Hasta hace poco esta maravillosa propuesta no hubiese sido posible, pero gracias a los trabajos e investigaciones desarrolladas en el siglo XX, hoy resulta indiscutible que la mente emocional y racional funcionan mejor si se complementan.
¿Te has topado con alguien que decide sólo con la cabeza o sólo con el corazón? Pues ya le puedes ir diciendo que eso es parte del pasado, y que hoy, no sólo profesionalmente la inteligencia emocional está siendo valorada, sino que además, las relaciones intra e interpersonales pueden verse considerablemente mejoradas si nuestras decisiones y valoraciones de las distintas situaciones que enfrentamos, las hacemos de esta manera, con nuestra receta perfecta.
Ni exceso ni sobras, pero suele pasar que NO es el coeficiente intelectual lo que determina cerca de un 80% el éxito de tu vida sino el origen social, una dosis de suerte, y sobre todo, un manejo inteligente de las emociones propias y ajenas.
Un buen padre convenciendo a sus hijos con empatía, el policía que evita un suicidio, un futbolista que alienta a todo su equipo antes de salir a la cancha, son sólo algunos de los ejemplos que seguro cada uno de nosotros ha visto o vivido alguna vez. Pequeños héroes que finalmente lo que derrochan es un manejo hábil en el día a día, impactando con ello positivamente en su mundo interior y exterior.
¿Pero cómo podemos llegar a esto?
Parto de la base que esto es evolucionar. Nuestros antepasados, han desarrollado a lo largo de toda nuestra existencia, un primer cerebro reptiliano (instinto), para luego desarrollar el límbico (emociones) y por último, el neocórtex (raciocinio).
Y me concentraré en este último porque es la que tiene la clave para lograr un equilibrio. Nuestras emociones pueden desbordarnos muchas veces, podemos sobrerreaccionar, o incluso no contar con las herramientas para sobrellevar aquellas emociones más difíciles, y es en estos momentos donde la regulación y gestión que hagamos, será fundamental para acercarnos a ser nuestra mejor versión.
Si creas la actitud mental correcta, podrás dejar ir las emociones cuando toque, y atravesar la tristeza, la ira, o cualquier emoción y circunstancia con resiliencia y consciencia.
Tus neuronas son capaces de crear nuevos puentes entre ellas, es decir, nuevas formas de pensamiento, nuevos patrones son posibles. Y no hablo de 21 días, son al menos 8 semanas de entrenamiento intenso donde debes poner consciencia a aquellos pensamientos y emociones que te visiten. De esta forma, estarás revisando qué estímulos son los que despiertan las distintas sensaciones y con ello, podrás entenderte para después gestionar y sostener todos esos descubrimientos.
Revisar la forma en la que estás reaccionando quizás no te saque inmediatamente del piloto automático pero al menos podrás ir poniendo consciencia, poco a poco, para que cada vez te des cuenta más rápido de qué forma estás razonando y cómo quieres hacerlo realmente.
Tienes la capacidad de transformarte. Tu cerebro es plástico y puede amoldarse.
Créeme que si eres perseverante y te propones cambiar, esta receta te ayuda a convertirte en tu mejor versión. No es pensamientos v/s emociones; todo lo contrario. Juntos, son imbatibles, ¡te hacen a ti imbatible!
Con amor y gratitud,
VMB.